miércoles, 5 de octubre de 2005

El cielo, la luna y un espejo

Pareceria tonto contarlo ahora, pero no lo es.
En esa epoca el frio corria suave acompañado por un crudo viento, de esos que solemos encontrar en invierno. Su rostro cantaba armoniosamente con la blancura de la estación, creo que eso fue lo que más me llamó la atención de ella. Me acuerdo que cada mañana era una buena escusa para verla sonreir en mi cuarto, ahi escondida en mis pensamientos, sufriendo, jugando, creciendo, queriendo. Un personaje de aquellos que te intimidan a primera vista, hasta que lográs encontrarle el gusto y esa mirada fria e impenetrable se empieza a leer como un cuento infantil. Poco a poco me fui adaptando a su vida, éramos como uno solo. Vivíamos el uno para el otro, juntos dominábamos nuestro pequeño mundo y juntos queríamos verlo morir con nosotros; o eso era justamente lo que yo pensaba.
Una noche fue distinta a todas, al regresar me di cuenta que ella ya no estaba dentro mio, que habia desaparesido de mí y por lo tanto yo de ella. Esta última idea me había estremesido aun más, por que yo podía arreglarme a mi pero, ¿podría acaso volver a sonreir dentro de ella?, ¿refugiarme en su pecho como lo había hecho hasta ahora? y lo peor de todo ¿que abominable ser me habia desplasado de ella?. Como ya lo deben estar suponiendo, corri inundado por la desesperación , sin rumbo hasta que llegué - quién sabe como - a un puerto. Ese era un frio y oscuro lecho donde sengun parece tenia destinado terminar mi noche. Nunca había estado allí, pero por suerte a lo lejos se lograba mezclar la luna con el rio y pude perderme en esa imagen para asi volver resusitar.
Esa noche volvi a llenar esa parte la cual habia vuelto a pertenecerme. Entonces caí con la idea de que tendría que ser yo, que ella, que tanta paz y tanto caos había logrado resusitar en mi, habia decidido partir para siempre.
Ya casi con el amancer sobre los hombros habia decidio reemprender mi regreso, tratando de volver a buscar ese suave gusto a frio que tanto me habia endulsado, en esas epocas cuando el invierno comensaba a dar sus primeros pasos.

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