martes, 15 de noviembre de 2005

Aire



Salta bien alto,
estira tus manos hasta que tus pies no las reconoscan a la distancia.
Limpia tu cuerpo de sociedad,
hazte verde como el pasto y simula su paz.
Piérdete como la paloma en miles de manos ancianos,
desármate pieza por pieza y ármate como te plazca.
Salta bien alto,
se uno con las nubes por un ratito
hasta que te convenzas que son reales.
Respira hondo
bien hondo.
Duérmete con el sonido del aire,
y quizás así podremos despertar en un mañana más vivo...

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