domingo, 6 de noviembre de 2005

mar


Mar adentro, bien profundo y azul cielo. Nos repetimos en el reflejo y nos conocemos por vez primera, sin darnos cuenta, casi sin querer. Todo nos obliga a que despejemos nuestra mente un ratito, aunque nuestra razón civilizada y urbanista se resista, el instinto vence y somos personas. Llegar al punto en el cual disfrutamos de cada respiración y nos embriagamos con el suave gusto a oxigeno, al punto en el cual soñar es más facil que estar despierto.
Finalmente estamos vivos, nos hundimos y somos uno con el mar.
Yo no le llamaría suicidio, digamosle paz.

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